Toda la noche la pasamos moviendo escombros y buscando sobrevivientes entre los edificios destrozados, pero solo pudimos rescatara a algunos, la mayoría habían muerto cuando los inmuebles se vinieron abajo.
Decidimos descansar un poco e ir a casa para evaluar los daños a nuestro hogar. El edifico estaba un poco chueco pero nada de alarmante, gracias a dios los edificios viejos como en el que yo vivo parece que fueron hechos a prueba de terremotos.
Había muchos vidrios en el piso, las ventanas no habían sobrevivido. Los cuadros estaban en el suelo, cajones abiertos pero ningún desperfecto grave.
Limpiamos los vidrios, cubrimos las ventanas con lo que teníamos en casa para evitar que el frio, el viento y el agua de la lluvia se metieran. Hablamos con nuestros parientes, al parecer todo estaba bien, al menos nuestros parientes cercanos todos estaban vivos, y nadie había perdido su casa.
Dormimos un poco.
Los gritos nos levantaron, el viento soplaba con tal fuerza que casi arranco todas las protecciones que pusimos en las ventanas, la corriente eléctrica que funcionaba solo por lapsos nos dejo ver que pasaban de las 10 de la mañana.
La gente en la calle gritaba y corría de un lado a otro, los cortos circuitos que había dejo el terremoto había provocado algunos incendios y el viento que soplaba enfurecido los hacía más grandes.
La gente pedía ayuda, agua, arena, algo con que ayudar a apagar el fuego. Comenzamos a bajar cubetas con agua.
Como los balcones del edificio habían desaparecido y los vidrios se habían roto, la puerta de cristal que daba al balcón era ahora solo un hueco enrome por el cual podíamos subir y bajar cubetas amarradas de mecates para acarrear agua.
Abajo a nivel del suelo había un grupo de gente que recibía mis cubetas llenas y las vaciaba, dejándolas libres para subirlas y volverlas a llenar.
Necesitábamos ir a ver a la familia, a los amigos, ver que estuvieran bien, pero no podíamos dejar la casa sola, nos preocupaban los carroñeros, los asaltantes pero sobre todo no podíamos dar más de 5 pasos sin encontrar a alguien que necesitara ayuda de manera urgente.
Yo me quede en casa mientras mi marido iba a ver a su mamá y toda la familia que le diera tiempo de ver en un día.
Al menos los celulares funcionaban así que nos podíamos comunicar por ahí con mucho trabajo ya que con el caos en todos lados la red fallaba a menudo.
Comencé a cocinar, litros y litros de consomé de pollo con algo de verdura. Llene un garrafón de 3 litros con la sopa caliente y baje con vasos desechables.
La gente que estaba en la calle eran o fueron vecinos, cuando todo estaba bien, fui repartiendo vasos con sopa caliente a todos los que tenían hambre, por supuesto 3 litros no fueron suficiente, tuve que subir al menos 5 veces más y hacer mas sopa.
Una señora con la cara llena de sangre seca me pregunto si no tenía un trapo que le prestara para que pudiera limpiarse un poco.
Casi todos estábamos sucios, muchos llenos de sangre que ya se había secado y las costras se mezclaban con la sangre.
Le dije que si a la señora, que me esperara y volví a subir a mi departamento. Tome una cubeta y la llene de agua, tome todos los trapos que tenía en casa y tome una de mis toallas grandes y la corte en pequeños trozos haciendo muchas toallitas. Tome también el botiquín y baje todas las cosas.
La gente se empezó a acercar, tomaban los trapos, los humedecían y se limpiaban la cara y los brazos. Trataban de enjuagar el trapo y me lo regresaban agradecidos por darles la oportunidad de refrescarse un poco.
Cuando veía que alguien además de la suciedad tenía alguna herida, le pedía permiso de ayudarlo y junto con una vecina, limpiábamos las heridas y tratábamos de curar a los que podíamos.
Al poco tiempo la fila para atender a los heridos era inmensa, se había corrido la voz y teníamos a mas de 150 personas esperando pacientemente su turno.
Al mirar la cantidad de medicinas que tenia me di cuenta que no era suficiente pero un grupo de niños como de 10 o 12 años se acercaron a mí y me preguntaron qué en que podían ayudar.
Les pedí que buscar por todos lados y que preguntaran en todas las casas y departamentos cercanos si alguien tenía un poco de medicinas que nos pudieran donar para curar a la gente.
Una hora después, los niños regresaron arrastrando 2 costales llenos de cosas. vendas, botellas de agua oxigenada, alcohol, antisépticos, gasas, curitas, analgésicos, antistaminicos y hasta un poco de antibióticos.
En poco tiempo después otro grupo de niños llego con cajas y cajas llenas de medicinas, la farmacia donde había comprado mis vitaminas, que está casi enfrente de la casa había donado todo lo que le quedaba.
Cuando vi todo lo que habían traído me sorprendí, 3 o 4 señoras me buscaron preguntando como ayudar.
Les pregunte si alguna se asustaba con la sangre, solo una levanto la mano. Nos dividimos en grupos y les pedí a los que estaban formados que se separaran formando 4 filas en la primera las personas que solo querían limpiarse pero que no estaban heridas.
En la segunda las personas que tenían heridas leves, pequeñas cortadas, raspones, golpes, etc. En la tercera los que tenían heridas más graves o profundas.
En la cuarta los que necesitaran ayuda especializada. Lo que realmente estuvieran graves y les pedí a los que estaban bien que organizaran rondas para llevar a los hospitales y clínicas más cernas a aquellos que por la gravedad de sus heridas no podían ser atendidos por nosotros.
La gente se organizo sin chistar y de manera rápida. Entre los heridos valoraban la situación de cada uno dando prioridad a los que más se quejaban.
En poco tiempo habíamos atendido a todos los heridos y los de gravedad ya habían sido llevados al hospital.
Poco a poco la gente se fue disipando, algunos fueron a buscar a sus seres queridos, otros a buscar un lugar donde dormir, yo subí todas las cosas que había bajado, saque algo de ropa y se las di a la gente que aun quedaba vagando en la calle.
Cuando mi marido regreso me dio el informe del resto de la ciudad y lo que me conto me impacto tanto que no pude dormir en toda la noche.
¿El mundo se acaba en el 2012? Eso dicen, todos hablan de eso pero nadie dice que pasará después. ¿Qué hay en el 2013?, ¿Cómo viviremos entonces?, ¿Quiénes sobreviven?, ¿Cómo lograremos brincar ese momento de destrucción? 2013 es una suposición de lo que pasara después del 21 de diciembre del 2012.
lunes, 29 de agosto de 2011
jueves, 25 de agosto de 2011
Navidad
Me levante en la madrugada para dejar abajo del árbol los regalos de Santa Claus.
Llovía, tanto que el ruido de la lluvia contra los cristales hacia casi imperceptible el que yo hacía con los regalos.
Regrese a la cama y espere a que llegara la mañana para ver la cara de mi marido cuando viera sus regalos. Cuando amaneció me desperté cuando lo escuche pronunciando exclamaciones de asombro.
Me levante como disparada por una catapulta, agarre la cámara, quería agarrarlo infraganti, imaginaba su cara de niño chiquito abriendo sus regalos, salí de puntillas de la recamara y camine hacia la sala.
Muy a mi pesar su sorpresa no se debía a los regalos, estaba parado frente a la ventana, con la nariz pegada al vidrio como niño en un aparador cuando del otro lado hay un montón de dulces exhibidos.
Me acerque hasta donde estaba, el me miro, me tomo de la mano y me jalo hacia la ventana, “mira amor, no inventes, ¿Qué onda?” Cuando me asome, mi asombro fue tan grande como el de él, la lluvia del día anterior había sido más fuerte de lo que pensé.
La calle parecía un rio que arrastraba basura, plantas y partes de arboles calle abajo. Había granizado y las perlas de hielo cubrían lo que no estaba inundado. Las banquetas se veían completamente blancas. Los coches tenían una capa de hielo que se acumulaba en los parabrisas, cofres y cajuelas como pequeñas montañas.
Nuestro balcón estaba totalmente cubierto por el granizo. Aun con la puerta cerrada se colaba el frio. La gente se asomaba a las ventanas de la misma manera que lo hacíamos nosotros, incrédulos ante lo que veían.
Fui a prender las noticias y la tormenta había azotado todo el distrito federal.
Todas las vías rápidas que estaban a desnivel estaban inundadas, las brigadas de rescatistas habían trabajado toda la noche para rescatar a todos lo que salieron tarde de la cena navideña y quedaron atrapados por el agua.
Cientos de autos descompuestos eran arrastrados por grúas, el desagüe de la ciudad, para variar, no había soportado la gran cantidad de agua que caí del cielo, muchos acueductos se rompieron debido a la presión, las coladeras de taparon por el granizo.
Agua de lluvia se mezclaba con las aguas negras que salían a borbotones de las tuberías. Bomberos, policías, protección civil y varios grupos independientes trabajan sin cesar para destapar coladeras, reparar tuberías y ayudar a la gente que se veía afectada por las lluvias.
El norte del país seguía bajo la nieve y empeoraba conforme pasaba el tiempo. La parte sur del país enfrentaba problemas también, el volcán Santiaguito en Guatemala hizo erupción y cubrió con lava gran parte de Guatemala y la zona que no fue afectada por el material incandescente, está cubierto por ceniza volcánica afectando gran parte de Chiapas.
Cambie de canal y el volcán Etna también había hecho erupción dejando bajo la lava toda Sicilia. Nicaragua y El Salvador se encontraban en alerta ya que sus volcanes mostraban mucha actividad y se temía que hicieran erupción de un momento a otro.
No solo los volcanes y las nueves estuvieron activos durante la noche. Hubo terremotos en muchos lugares España, Philipinas, Turquía, Rumania, China y Nueva Zelanda se enfrentaban a la destrucción provocada por el movimiento de la tierra.
Alemania, Polinia, Republica Checa, Eslovaquia y Hungría fueron azotados por tormentas de arena provocando miles de accidentes ya que de un momento a otro todas las personas que iban conduciendo perdieron visibilidad y control sobre los vehículos que patinaban en la arena.
Islandia, Inglaterra, Escocia e Irlanda trataban de calcular en dinero las perdidas y destrozos que habían provocado grandes tornados.
De un momento a otro, todo era caos, parecía que no había un solo país que no estuviera enfrentando una furia desmedida de la naturaleza. Y los que aun no lo padecían parecía que estaban en lista de espera.
En la calle, la gente salía con cubetas a tratar de limpiar las coladeras y así agilizar el flujo del agua, entre basura, trozos de arboles y escombros menores que
la corriente arrastraba parecía ser una tarea sin final.
Las grandes cantidades de granizo se derretían bajo los caudales de agua pero la baja temperatura del aire hacia que se volviera a congelar pero ahora en grandes trozos de hielo que dificultaban aun más el acceso del agua al desagüe.
Llamamos a todos nuestros parientes y amigos, asegurándonos que nadie hubiera sido víctima de los torrenciales que cayeron durante la noche, al parecer todo estaba bien.
Decidimos bajar a ayudar, nos pusimos ropa vieja que no importaba si se maltrataba, y bajamos a unirnos a la infinita cantidad de vecinos que preocupados por la situación se organizaban de una manera que sorprendía, como si se hubiera practicado mil veces y estuvieran listos para hacerle frente a este tipo de problemas.
Estábamos acarreando cubetas llenas de basura y trozos de hielo, apilando todo en los camellones, lejos de las corrientes de agua, un grupo de vecinos se encargaban de hacerle barricadas a los desechos por si el caudal subía, hubiera algo que impidiera que se llevara todo lo que habíamos recolectado.
Mi coche, mi coche, cuando lo vi me dieron ganas de llorar, el agua le daba a la mitad de las puertas, me asome por una ventana y vi como se había filtrado el agua y los tapetes flotaban entre el piso y los asientos.
El coche de mi marido estaba igual y cuando caímos en cuenta, no era nuestra mala suerte, todos estaban igual.
Nos miramos desolados, mi marido se acerco y me dio un beso en la frente y me abrazo y justo en ese momento el suelo comenzó a vibrar.
Los arboles empezaron a moverse de un lado a otro, agitando sus ramas aun húmedas.
Las paredes de los edificios empezaron a crujir, las pocas alarmas de los coches que aun servían sonaban desafinadas y de manera intermitente al detectar el movimiento.
Todos nos miramos quietos, teníamos que salir del agua, arriba de nosotros había cables de alta tensión que se columpiaban violentamente y los postes no parecían particularmente firmes.
Salimos de las calles, en cuestión de segundos todo estábamos en los camellones, seguíamos mojados pero ya no estábamos metidos en el agua.
Los edificios se movían de manera errática, comenzó a ser difícil mantenerse de pie con tal ajetreo, los vidrios de los departamentos y las casas empezaron a romperse, más bien a estallas.
Nos cubrimos para evitar que las astillas de los cristales nos hirieran, cuando dejamos de escuchar que caían vidrios nos volvimos a incorporar tan rápido como pudimos.
El suelo seguía moviéndose, parecía que duraba años, finalmente un poste se venció partiéndose a la mitad como si solo fuera un palillo para los dientes. Los cables se soltaron y sacaron chispas cayendo en los charcos donde no hacía más de 2 minutos habíamos estado todos.
En ese momento se observo como la energía se corto de tajo. Todas las luces que estaban prendidas ahora estaban apagadas, los cables no sacaban más chispas y el alumbrado público comenzó a titilar hasta que finalmente quedo en completa oscuridad.
Fue hasta ese momento cuando me di cuenta que ya se había hecho de noche, habíamos estado todo el día tratando de liberar el flujo del agua sin conseguir siquiera que bajara el nivel.
De los edificios comenzaron a caer pedazos de escombros, trozos de pared, de fachada y algunos trozos de herrería de puertas, ventanas o barandales de los balcones.
De un segundo a otro los balcones de mi edificio se vinieron abajo, como si los hubieran arrancado, empezando por el que estaba en el último piso fueron cayendo uno sobre otro hasta que terminaron todos en el suelo.
Un edificio de la equina, de los nuevos, se vino abajo por completo, levantando una gran nube de polvo, se escucho un estruendo detrás de nosotros, el edificio de enfrente también se venía abajo, no tan rápido como el nuevo pero se derrumbaba.
Mi edificio se venció y comenzó a caerse completo de lado, pero el edificio vecino hizo lo mismo cayendo hacia el otro lado y así fue como atrancaron, recargados uno en el otro lograron mantenerse en pie.
De la pensión que está cerca se escuchaba como los coches que estaban dentro se movían como canicas en una caja y chocaban entre ellos.
Finalmente el terremoto termino. No pudimos hacer otra cosa más que recordar el terremoto del 85 que casi acaba con el DF.
Comenzamos a preguntar si todos estábamos bien y a organizar las brigadas que irían a revisar los inmuebles que se habían caído con el sismo.
Se escuchaban ambulancias por todos lados, sirenas de patrullas de todas las ramas de la policía circulaban la ciudad valorando daños, reportando las condiciones y ayudando a los damnificados.
La imagen no era buena, cubiertos de lodo y organizados en pequeños grupos de ayuda, se nos asigno que tarea deberíamos de cumplir.
La noche se veía negra, como boca de lobo, era una noche fría y con olor a podredumbre, tierra y hasta me atrevería a decir que con olor a sangre.
No se le veía el fin a la noche de navidad.
Llovía, tanto que el ruido de la lluvia contra los cristales hacia casi imperceptible el que yo hacía con los regalos.
Regrese a la cama y espere a que llegara la mañana para ver la cara de mi marido cuando viera sus regalos. Cuando amaneció me desperté cuando lo escuche pronunciando exclamaciones de asombro.
Me levante como disparada por una catapulta, agarre la cámara, quería agarrarlo infraganti, imaginaba su cara de niño chiquito abriendo sus regalos, salí de puntillas de la recamara y camine hacia la sala.
Muy a mi pesar su sorpresa no se debía a los regalos, estaba parado frente a la ventana, con la nariz pegada al vidrio como niño en un aparador cuando del otro lado hay un montón de dulces exhibidos.
Me acerque hasta donde estaba, el me miro, me tomo de la mano y me jalo hacia la ventana, “mira amor, no inventes, ¿Qué onda?” Cuando me asome, mi asombro fue tan grande como el de él, la lluvia del día anterior había sido más fuerte de lo que pensé.
La calle parecía un rio que arrastraba basura, plantas y partes de arboles calle abajo. Había granizado y las perlas de hielo cubrían lo que no estaba inundado. Las banquetas se veían completamente blancas. Los coches tenían una capa de hielo que se acumulaba en los parabrisas, cofres y cajuelas como pequeñas montañas.
Nuestro balcón estaba totalmente cubierto por el granizo. Aun con la puerta cerrada se colaba el frio. La gente se asomaba a las ventanas de la misma manera que lo hacíamos nosotros, incrédulos ante lo que veían.
Fui a prender las noticias y la tormenta había azotado todo el distrito federal.
Todas las vías rápidas que estaban a desnivel estaban inundadas, las brigadas de rescatistas habían trabajado toda la noche para rescatar a todos lo que salieron tarde de la cena navideña y quedaron atrapados por el agua.
Cientos de autos descompuestos eran arrastrados por grúas, el desagüe de la ciudad, para variar, no había soportado la gran cantidad de agua que caí del cielo, muchos acueductos se rompieron debido a la presión, las coladeras de taparon por el granizo.
Agua de lluvia se mezclaba con las aguas negras que salían a borbotones de las tuberías. Bomberos, policías, protección civil y varios grupos independientes trabajan sin cesar para destapar coladeras, reparar tuberías y ayudar a la gente que se veía afectada por las lluvias.
El norte del país seguía bajo la nieve y empeoraba conforme pasaba el tiempo. La parte sur del país enfrentaba problemas también, el volcán Santiaguito en Guatemala hizo erupción y cubrió con lava gran parte de Guatemala y la zona que no fue afectada por el material incandescente, está cubierto por ceniza volcánica afectando gran parte de Chiapas.
Cambie de canal y el volcán Etna también había hecho erupción dejando bajo la lava toda Sicilia. Nicaragua y El Salvador se encontraban en alerta ya que sus volcanes mostraban mucha actividad y se temía que hicieran erupción de un momento a otro.
No solo los volcanes y las nueves estuvieron activos durante la noche. Hubo terremotos en muchos lugares España, Philipinas, Turquía, Rumania, China y Nueva Zelanda se enfrentaban a la destrucción provocada por el movimiento de la tierra.
Alemania, Polinia, Republica Checa, Eslovaquia y Hungría fueron azotados por tormentas de arena provocando miles de accidentes ya que de un momento a otro todas las personas que iban conduciendo perdieron visibilidad y control sobre los vehículos que patinaban en la arena.
Islandia, Inglaterra, Escocia e Irlanda trataban de calcular en dinero las perdidas y destrozos que habían provocado grandes tornados.
De un momento a otro, todo era caos, parecía que no había un solo país que no estuviera enfrentando una furia desmedida de la naturaleza. Y los que aun no lo padecían parecía que estaban en lista de espera.
En la calle, la gente salía con cubetas a tratar de limpiar las coladeras y así agilizar el flujo del agua, entre basura, trozos de arboles y escombros menores que
la corriente arrastraba parecía ser una tarea sin final.
Las grandes cantidades de granizo se derretían bajo los caudales de agua pero la baja temperatura del aire hacia que se volviera a congelar pero ahora en grandes trozos de hielo que dificultaban aun más el acceso del agua al desagüe.
Llamamos a todos nuestros parientes y amigos, asegurándonos que nadie hubiera sido víctima de los torrenciales que cayeron durante la noche, al parecer todo estaba bien.
Decidimos bajar a ayudar, nos pusimos ropa vieja que no importaba si se maltrataba, y bajamos a unirnos a la infinita cantidad de vecinos que preocupados por la situación se organizaban de una manera que sorprendía, como si se hubiera practicado mil veces y estuvieran listos para hacerle frente a este tipo de problemas.
Estábamos acarreando cubetas llenas de basura y trozos de hielo, apilando todo en los camellones, lejos de las corrientes de agua, un grupo de vecinos se encargaban de hacerle barricadas a los desechos por si el caudal subía, hubiera algo que impidiera que se llevara todo lo que habíamos recolectado.
Mi coche, mi coche, cuando lo vi me dieron ganas de llorar, el agua le daba a la mitad de las puertas, me asome por una ventana y vi como se había filtrado el agua y los tapetes flotaban entre el piso y los asientos.
El coche de mi marido estaba igual y cuando caímos en cuenta, no era nuestra mala suerte, todos estaban igual.
Nos miramos desolados, mi marido se acerco y me dio un beso en la frente y me abrazo y justo en ese momento el suelo comenzó a vibrar.
Los arboles empezaron a moverse de un lado a otro, agitando sus ramas aun húmedas.
Las paredes de los edificios empezaron a crujir, las pocas alarmas de los coches que aun servían sonaban desafinadas y de manera intermitente al detectar el movimiento.
Todos nos miramos quietos, teníamos que salir del agua, arriba de nosotros había cables de alta tensión que se columpiaban violentamente y los postes no parecían particularmente firmes.
Salimos de las calles, en cuestión de segundos todo estábamos en los camellones, seguíamos mojados pero ya no estábamos metidos en el agua.
Los edificios se movían de manera errática, comenzó a ser difícil mantenerse de pie con tal ajetreo, los vidrios de los departamentos y las casas empezaron a romperse, más bien a estallas.
Nos cubrimos para evitar que las astillas de los cristales nos hirieran, cuando dejamos de escuchar que caían vidrios nos volvimos a incorporar tan rápido como pudimos.
El suelo seguía moviéndose, parecía que duraba años, finalmente un poste se venció partiéndose a la mitad como si solo fuera un palillo para los dientes. Los cables se soltaron y sacaron chispas cayendo en los charcos donde no hacía más de 2 minutos habíamos estado todos.
En ese momento se observo como la energía se corto de tajo. Todas las luces que estaban prendidas ahora estaban apagadas, los cables no sacaban más chispas y el alumbrado público comenzó a titilar hasta que finalmente quedo en completa oscuridad.
Fue hasta ese momento cuando me di cuenta que ya se había hecho de noche, habíamos estado todo el día tratando de liberar el flujo del agua sin conseguir siquiera que bajara el nivel.
De los edificios comenzaron a caer pedazos de escombros, trozos de pared, de fachada y algunos trozos de herrería de puertas, ventanas o barandales de los balcones.
De un segundo a otro los balcones de mi edificio se vinieron abajo, como si los hubieran arrancado, empezando por el que estaba en el último piso fueron cayendo uno sobre otro hasta que terminaron todos en el suelo.
Un edificio de la equina, de los nuevos, se vino abajo por completo, levantando una gran nube de polvo, se escucho un estruendo detrás de nosotros, el edificio de enfrente también se venía abajo, no tan rápido como el nuevo pero se derrumbaba.
Mi edificio se venció y comenzó a caerse completo de lado, pero el edificio vecino hizo lo mismo cayendo hacia el otro lado y así fue como atrancaron, recargados uno en el otro lograron mantenerse en pie.
De la pensión que está cerca se escuchaba como los coches que estaban dentro se movían como canicas en una caja y chocaban entre ellos.
Finalmente el terremoto termino. No pudimos hacer otra cosa más que recordar el terremoto del 85 que casi acaba con el DF.
Comenzamos a preguntar si todos estábamos bien y a organizar las brigadas que irían a revisar los inmuebles que se habían caído con el sismo.
Se escuchaban ambulancias por todos lados, sirenas de patrullas de todas las ramas de la policía circulaban la ciudad valorando daños, reportando las condiciones y ayudando a los damnificados.
La imagen no era buena, cubiertos de lodo y organizados en pequeños grupos de ayuda, se nos asigno que tarea deberíamos de cumplir.
La noche se veía negra, como boca de lobo, era una noche fría y con olor a podredumbre, tierra y hasta me atrevería a decir que con olor a sangre.
No se le veía el fin a la noche de navidad.
Nochebuena
A CORRER, se nos hizo tarde, no sonó el despertador y nos levantamos tardísimo, teníamos que ir con mi mamá para ayudarle con algunos preparativos de la cena de navidad, después ir con mi suegra para llevarla a comprar unas cosas y finalmente con unos amigos que se estaban cambiando de casa y quedamos en ayudarles con la mudanza.
Habíamos perdido la mitad de la mañana mientras estábamos en los brazos de Morfeo.
Corríamos de un lugar a otro dentro del departamento, nos atropellábamos con frecuencia en el ir y venir. Me metí a bañar y el agua caliente se acabo casi al instante en que empezó a salir.
Grite para que mi marido prendiera el calentador, me bañe como pude, con agua fría y salí en menos de 3 minutos de la regadera.
Se metió a bañar él, igual que yo, no conto con agua caliente, el tiempo se iba y teníamos que apurarnos.
Entre quejas y malas palabras por el frio, nos vestimos y salimos de casa, no había mucho tráfico, al parecer ya a todos se les había olvidado que un día antes teníamos que haber muerto todos.
Llegamos a casa de mamá, nos recibió con una sonrisa, subimos y empezamos con los preparativos. Yo le ayudaba con los arreglos de la casa, mi marido envolvía los regalos que faltaban.
Mi hermano brillaba por su ausencia porque se había ido con la novia y mi mamá gruñía porque el niño nunca ayudaba, el cuento de nunca acabar.
Hicimos limpieza profunda de casa, lavamos las copas y la vajilla elegante, revisamos los adornos y las luces del árbol.
Dejamos la casa impecable y salimos corriendo rumbo a casa de mi suegra. Cuando llegamos nos recibió con un abrazo y nos pregunto cómo nos fue con el temblor.
Nosotros ni nos enteramos de un temblor, pero de camino de casa de mi mamá a casa de mi suegra hubo una pequeña sacudida que por estar en el coche no sentimos.
No fue gran cosa, se siento fuerte en los edificios altos pero no provoco nada grave. Nos fuimos de compras con ella y regresamos en la tarde para dejarla en su casa e ir con nuestros amigos y ayudarles a terminar con la mudanza.
Cuando llegamos con ellos nos recibieron con cara de asombro y nos preguntaron cómo veíamos. ¿Cómo veíamos qué?
Entramos a la casa y nos llevaron a la sala donde tenían la televisión prendida. Al parecer, por lo que decían en las noticias el 21 de diciembre no había sido tan aburrido como habíamos creído.
Las placas tectónicas se habían comenzado a mover en la tarde de aquel día, movimientos muy ligeros que no fueron detectados hasta que aumentaron su frecuencia y su intensidad.
Esto había empezado a provocar sismos suaves pero frecuentes en gran parte del mundo, se registro también un aumento leve en las mareas pero nada significativo.
A pesar de que aquellos incidentes no habían provocado accidentes o desastres, se comenzaba a respirar preocupación entre la gente.
¿Estaría comenzando algo?, ¿Realmente había algo por lo que preocuparse? Nadie sabía con certeza, nadie decía nada.
El 23 de diciembre comenzó como cualquier otro día a no ser por el frio intenso que se sentía, habíamos tenido temperaturas más bien templadas pero al parecer los vientos del norte que nos habían advertido que llegarían a enfriarnos, habían llegado más fuerte de lo que creíamos.
Nos vestimos cubriéndonos con ropa térmica y chamarras, decidimos quedarnos en casa para no tentar a las gripes y enfermedades virales que se desatan con el frio.
Limpiamos el departamento, desayunamos, pusimos a lavar ropa sucia y finalmente terminamos nuestros quehaceres domésticos tirados en la cama, tapados hasta la barbilla, temblando de frio y viendo una película.
Al terminar la película, navegamos por la infinidad de canales que te ofrece la televisión de paga, vimos un documental sobre la reproducción de las esporas, después el reino del suricato, el encantador de perros, detectives médicos y finalmente llegamos a lo inevitable, los programas de deportes.
Todo el resumen de la NFL, las estadísticas, los comentarios, los pronósticos para el ganador del super bowl, la critica a los mariscales de campo, las lesiones más espectaculares de la temporada y la última noticia, se suspendían los juegos de la semana por las fuertes nevadas en estados unidos.
Siempre nevaba en muchos de los estados que recibían equipos visitantes para realizar los juegos, y si se llegaba a suspender algún juego regularmente era ya en el momento porque las tormentas de nieve podían perjudicar a los jugadores, pero
cancelar todos los juegos del fin de semana y la semana siguiente por anticipado, eso no lo había visto al menos yo desde que sigo ese deporte.
¿Pues qué paso? Nos preguntamos y cambiamos de canal como desesperados buscando noticieros pero por la hora no encontramos nada.
Nos dormimos un rato y cuando despertamos volvimos a la búsqueda. Encontramos un noticiero local. Efectivamente gran parte del territorio de Estados Unidos se veía afectado por la nieve, como había paso a principios del 2011.
Las imágenes que veíamos parecían de película, calles enteras enterradas bajo nieve, más de un metro de profundidad en las grandes ciudades como Washington y Nueva York. Canadá también presentaba las temperaturas más bajas registradas en los últimos 50 años.
Se le había prohibido a la gente salir de sus casas ya que el factor de congelación se consideraba como amenaza a la salud de las personas.
En Europa también se presentaban cambios climáticos importantes. Lo que había sido la URSS era una mancha blanca en la imagen tomada por el satélite.
España, Francia e Inglaterra reportaban capas de nieve que casi llegaban al metro y medio de altura.
En el norte del país, comenzaba a nevar. Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León presentaban nevadas sin precedente.
El norte que había entrado estaba con todo, dispuesto a congelar al que se dejara.
Al día siguiente el frio disminuyo un poco, al menos ya era tolerable como salir de casa. Con los arreglos de última hora se nos fue casi toda la mañana.
Mi marido, frustrado por la suspensión de los juegos de futbol americano, prendió de nuevo las noticias esperando a que las nevadas hubieran disminuido y que al menos le dieran la esperanza de que los juegos de la siguiente semana si se llevarían a cabo.
Pero cuando comenzó la transmisión nos quedo claro que eso no iba a ocurrir. Estados Unidos y Algunos países de Europa habían declarado estado de alarma debido a la nieve.
Las tormentas cubrían autos completos. Había mucha gente atrapada en sus casas ya que en la noche la nieve había aumentado y dejaba tapiadas las puertas y ventanas de muchas viviendas.
Canadá no se quedo atrás. También se declaro en estado de emergencia, las bajas temperaturas no solo no permitían que las personas salieran de sus casas sino que comenzaban a congelar tuberías de agua y de gas y los motores de muchas calefacciones caseras.
Japón recibió la Noche Buena con un terremoto que daños la estructura que cubría la planta nuclear que en el 2011 sufrió grandes desperfectos en el tsunami del 2011, asi que la alerta nuclear se reactivo al menos en lo que evaluaban los daños
provocados por el nuevo sismo.
Australia seguía recibiendo lluvias que parecían no tener fin y que provocaban el desborde de los ríos y afectaban gran número de poblaciones.
Muy al contrario de lo que pasaba en Arica, Brasil y Argentina. Nigeria, Egipto, Kenya, Namibia, Rio de Janeiro, Porto Velho, Porte Alegre, Córdoba, Buenos Aires y San Carlos de Bariloche atravesaban una de las peores sequias y los incendios comenzaban por todos lados. Con poco agua, nula posibilidad de lluvia y el ambiente seco, el fuego se extendía a velocidades impactantes.
Apagamos la televisión, demasiadas malas noticias para ser Nochebuena. Nos arreglamos y fuimos a casa de mi mamá para cenar con la familia.
Todos llegaron puntuales, entre primos, tíos anexos y la abuela pasamos una noche divertida, llena de sorpresas, de regalos y de buenos deseos.
Ahora a dormir que si no, no llega Santa Claus
Habíamos perdido la mitad de la mañana mientras estábamos en los brazos de Morfeo.
Corríamos de un lugar a otro dentro del departamento, nos atropellábamos con frecuencia en el ir y venir. Me metí a bañar y el agua caliente se acabo casi al instante en que empezó a salir.
Grite para que mi marido prendiera el calentador, me bañe como pude, con agua fría y salí en menos de 3 minutos de la regadera.
Se metió a bañar él, igual que yo, no conto con agua caliente, el tiempo se iba y teníamos que apurarnos.
Entre quejas y malas palabras por el frio, nos vestimos y salimos de casa, no había mucho tráfico, al parecer ya a todos se les había olvidado que un día antes teníamos que haber muerto todos.
Llegamos a casa de mamá, nos recibió con una sonrisa, subimos y empezamos con los preparativos. Yo le ayudaba con los arreglos de la casa, mi marido envolvía los regalos que faltaban.
Mi hermano brillaba por su ausencia porque se había ido con la novia y mi mamá gruñía porque el niño nunca ayudaba, el cuento de nunca acabar.
Hicimos limpieza profunda de casa, lavamos las copas y la vajilla elegante, revisamos los adornos y las luces del árbol.
Dejamos la casa impecable y salimos corriendo rumbo a casa de mi suegra. Cuando llegamos nos recibió con un abrazo y nos pregunto cómo nos fue con el temblor.
Nosotros ni nos enteramos de un temblor, pero de camino de casa de mi mamá a casa de mi suegra hubo una pequeña sacudida que por estar en el coche no sentimos.
No fue gran cosa, se siento fuerte en los edificios altos pero no provoco nada grave. Nos fuimos de compras con ella y regresamos en la tarde para dejarla en su casa e ir con nuestros amigos y ayudarles a terminar con la mudanza.
Cuando llegamos con ellos nos recibieron con cara de asombro y nos preguntaron cómo veíamos. ¿Cómo veíamos qué?
Entramos a la casa y nos llevaron a la sala donde tenían la televisión prendida. Al parecer, por lo que decían en las noticias el 21 de diciembre no había sido tan aburrido como habíamos creído.
Las placas tectónicas se habían comenzado a mover en la tarde de aquel día, movimientos muy ligeros que no fueron detectados hasta que aumentaron su frecuencia y su intensidad.
Esto había empezado a provocar sismos suaves pero frecuentes en gran parte del mundo, se registro también un aumento leve en las mareas pero nada significativo.
A pesar de que aquellos incidentes no habían provocado accidentes o desastres, se comenzaba a respirar preocupación entre la gente.
¿Estaría comenzando algo?, ¿Realmente había algo por lo que preocuparse? Nadie sabía con certeza, nadie decía nada.
El 23 de diciembre comenzó como cualquier otro día a no ser por el frio intenso que se sentía, habíamos tenido temperaturas más bien templadas pero al parecer los vientos del norte que nos habían advertido que llegarían a enfriarnos, habían llegado más fuerte de lo que creíamos.
Nos vestimos cubriéndonos con ropa térmica y chamarras, decidimos quedarnos en casa para no tentar a las gripes y enfermedades virales que se desatan con el frio.
Limpiamos el departamento, desayunamos, pusimos a lavar ropa sucia y finalmente terminamos nuestros quehaceres domésticos tirados en la cama, tapados hasta la barbilla, temblando de frio y viendo una película.
Al terminar la película, navegamos por la infinidad de canales que te ofrece la televisión de paga, vimos un documental sobre la reproducción de las esporas, después el reino del suricato, el encantador de perros, detectives médicos y finalmente llegamos a lo inevitable, los programas de deportes.
Todo el resumen de la NFL, las estadísticas, los comentarios, los pronósticos para el ganador del super bowl, la critica a los mariscales de campo, las lesiones más espectaculares de la temporada y la última noticia, se suspendían los juegos de la semana por las fuertes nevadas en estados unidos.
Siempre nevaba en muchos de los estados que recibían equipos visitantes para realizar los juegos, y si se llegaba a suspender algún juego regularmente era ya en el momento porque las tormentas de nieve podían perjudicar a los jugadores, pero
cancelar todos los juegos del fin de semana y la semana siguiente por anticipado, eso no lo había visto al menos yo desde que sigo ese deporte.
¿Pues qué paso? Nos preguntamos y cambiamos de canal como desesperados buscando noticieros pero por la hora no encontramos nada.
Nos dormimos un rato y cuando despertamos volvimos a la búsqueda. Encontramos un noticiero local. Efectivamente gran parte del territorio de Estados Unidos se veía afectado por la nieve, como había paso a principios del 2011.
Las imágenes que veíamos parecían de película, calles enteras enterradas bajo nieve, más de un metro de profundidad en las grandes ciudades como Washington y Nueva York. Canadá también presentaba las temperaturas más bajas registradas en los últimos 50 años.
Se le había prohibido a la gente salir de sus casas ya que el factor de congelación se consideraba como amenaza a la salud de las personas.
En Europa también se presentaban cambios climáticos importantes. Lo que había sido la URSS era una mancha blanca en la imagen tomada por el satélite.
España, Francia e Inglaterra reportaban capas de nieve que casi llegaban al metro y medio de altura.
En el norte del país, comenzaba a nevar. Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León presentaban nevadas sin precedente.
El norte que había entrado estaba con todo, dispuesto a congelar al que se dejara.
Al día siguiente el frio disminuyo un poco, al menos ya era tolerable como salir de casa. Con los arreglos de última hora se nos fue casi toda la mañana.
Mi marido, frustrado por la suspensión de los juegos de futbol americano, prendió de nuevo las noticias esperando a que las nevadas hubieran disminuido y que al menos le dieran la esperanza de que los juegos de la siguiente semana si se llevarían a cabo.
Pero cuando comenzó la transmisión nos quedo claro que eso no iba a ocurrir. Estados Unidos y Algunos países de Europa habían declarado estado de alarma debido a la nieve.
Las tormentas cubrían autos completos. Había mucha gente atrapada en sus casas ya que en la noche la nieve había aumentado y dejaba tapiadas las puertas y ventanas de muchas viviendas.
Canadá no se quedo atrás. También se declaro en estado de emergencia, las bajas temperaturas no solo no permitían que las personas salieran de sus casas sino que comenzaban a congelar tuberías de agua y de gas y los motores de muchas calefacciones caseras.
Japón recibió la Noche Buena con un terremoto que daños la estructura que cubría la planta nuclear que en el 2011 sufrió grandes desperfectos en el tsunami del 2011, asi que la alerta nuclear se reactivo al menos en lo que evaluaban los daños
provocados por el nuevo sismo.
Australia seguía recibiendo lluvias que parecían no tener fin y que provocaban el desborde de los ríos y afectaban gran número de poblaciones.
Muy al contrario de lo que pasaba en Arica, Brasil y Argentina. Nigeria, Egipto, Kenya, Namibia, Rio de Janeiro, Porto Velho, Porte Alegre, Córdoba, Buenos Aires y San Carlos de Bariloche atravesaban una de las peores sequias y los incendios comenzaban por todos lados. Con poco agua, nula posibilidad de lluvia y el ambiente seco, el fuego se extendía a velocidades impactantes.
Apagamos la televisión, demasiadas malas noticias para ser Nochebuena. Nos arreglamos y fuimos a casa de mi mamá para cenar con la familia.
Todos llegaron puntuales, entre primos, tíos anexos y la abuela pasamos una noche divertida, llena de sorpresas, de regalos y de buenos deseos.
Ahora a dormir que si no, no llega Santa Claus
El día D
Me levante tarde, la cama no me dejaba, las vacaciones ya eran necesarias.
El plan del día era sencillo y a la vez complicado, saldríamos a hacer compras navideñas, claro que 3 días antes de Nochebuena, las tiendas vomitan gente. Los tumultos están donde sea y aun cuando un día antes todo era felicidad y paz, seguro no duraba para siempre.
Nos bañamos, nos vestimos, desayunamos algo y salimos de casa, felices por las vacaciones, resignados a encontrarnos a más de la mitad de la población en los centros comerciales.
Para sorpresa de ambos, había poca gente en la calle y la que podíamos ver estaba inmersa en sus pensamientos, caminaban sin mirar a otro lado que no fuera el piso.
A comparación del ambiente de alegría que había habido ayer, hoy parecía sombrío, como si la gente estuviera triste o preocupada.
Llegamos al centro comercial que está cerca de la casa y no encontramos grandes conflictos, las tiendas tenían clientes pero ninguna rebozaba de consumidores. Tal vez en alguna si hubo que pedir permiso para poder pasar de un lado a otro, pero sin empujones, ni malos modos de nadie.
Compramos lo que nos hacía falta y antes de irnos fuimos al supermercado, compramos algo de comida fresca y algunos enlatados, las pilas estaban de oferta así que compramos 2 paquetes y casi llegando a las cajas encontramos otra oferta que me pareció muy curiosa, un radio casi desechable, de pilas, negro con una antena plateada plegable, como eran cuando yo era niña, ese modelo que seguramente las nuevas generaciones no conocen ya que no pueden imaginar la vida sin el reproductor de MP3 o MP4, sea la marca que sea.
¿Me lo compras? Pregunte a mi marido con cara de niña consentida. Me miro, volteo los ojos hacia arriba, me interrogo para que quería yo el radio y le dije muy seria “Pues para cuando se acabe el mundo y no haya energía eléctrica, si no me compras el radio no voy a poder hacer el que hacer de la casa porque o voy a tener música”.
Mi marido se rio, vio el radio y lo metió en el carrito pronunciando un “Ay mujer” que lo caracteriza cada vez que me cumple algún capricho inútil.
Regresamos a casa a envolver los regalos. Prendimos la televisión y nada interesante.
En el noticiero de la tarde se comento que la ola de violencia seguía a la baja, al igual que el día anterior no se habían registrado movimientos importantes.
El clima propio de diciembre se tornaba frio, se recomendó extremar precauciones, no salir sin suéter, tomar vitamina C, evitar los cambios de temperatura y no exponerse ante personas enfermas para evitar contagios.
Aun cuando la invasión de la influenza había quedado atrás, los medios de vez en cuando lo recordaban como el tema que no queremos que vuelva a ocurrir.
Comimos sin prisa, salí a la farmacia a comprar la vitamina C que tanto recomendaban Carlos, Adela, Paola y Joaquin.
Cuando llegue empecé a ver los anaqueles y parecía que no habían surtido los medicamentos hacia meses, le pregunte a la empleada el motivo de la falta de producto y me dijo muy seria que eran compras de pánico.
La gente había ido a la farmacia a comprar todo lo que había podido, dejando cosas ya muy escogidas, tome las vitaminas, algunos analgésicos, un caja de antivirales, un jarabe para la tos, unas curitas, algunas vendas y unos antigripales, antes que de se acabaran por completo.
Regrese a casa y fui cuestionada por mis compras, explique que la gente esta comprando mucho y que no quería que fuéramos a necesitar algo y no encontráramos.
Así que más vale prevenir que lamentar.
Después del tema de las medicinas, hicimos memoria y efectivamente en el supermercado había demasiada gente, no parecía víspera de navidad, la gente no estaba comprando regalos, estaba comprando despensa.
Las cajas estaban atiborradas de gente con 2 o 3 carritos por persona, pero la verdad como nosotros íbamos en nuestro mundo, nunca caímos en cuenta sino hasta que la niña de la farmacia dijo compras de pánico.
Volvimos a prender la televisión, recorrimos todos los canales, confirmamos la fecha, 21 de diciembre del 2012, la fecha en la que se acababa el mundo.
Se reporto en un noticiero local, la desesperación de la gente por obtener comida enlatada, agua embotellada y medicamentos.
Las ventas de los supermercados y las farmacias se había cuadriplicado en las últimas horas, desde el día anterior se había presentado un aumento en las ventas pero no cosas alarmantes, sin embargo conforme el día transcurría la gente literalmente vaciaba los establecimientos y resguardaba todo en sus casas.
Lo más fuerte que se escucho en las noticias era que vientos provenientes del norte bajarían las temperaturas en unos 3 o 4 grados, pero en general había sido un diciembre caluroso a comparación de años anteriores, así que la baja de temperatura no sonaba como algo alarmante.
Noticias internacionales, nada. Locales, tampoco. No había movimientos en ningún lado. Mamá naturaleza estaba tranquila.
Ni siquiera la luz titileo por un segundo, seguía habiendo energía eléctrica, agua, gas, teléfono, redes de celular, internet, gasolina y comida por todos lados.
Mi correo recibió un sinfín de mensajes advirtiendo el fin del mundo, grandes catástrofes nos harían victimas de la venganza de la madre naturaleza, pero conforme transcurría el día, los mensajes que llegaban era explicaciones del porque el día terminaba y nada pasaba.
Errores en la medición del tiempo, traducciones inexactas, interpretaciones encontradas, todo indicaba que el día real en que la vida como la conocemos acabaría aun no llegaba y no se tenía idea de cuándo seria.
Se comenzó a hablar sobre los expertos que volvían a estudiar los símbolos egipcios, mayas, astrológicos y las leyendas de la Atlántida. Se recalculaban los números y los datos para poder dar una nueva fecha para la llegada del apocalipsis.
El vaticano organizo una misa dando gracias porque el día terminaba y seguíamos en pie.
Los musulmanes rezaban en las mezquitas y los cristianos cantaban alabanzas porque Dios nos había regalado la oportunidad de vivir más tiempo.
En las noticias se veían reportajes de los diferentes “profetas”, desde los grandes eruditos hasta los vagabundos que gritaban y suplicaban que no nos confiáramos, que siguiéramos rezando y agradeciendo por cada minuto que la vida nos brindaba.
Según ellos estábamos viviendo tiempo prestado, había llegado el momento pero se nos había entregado una prorroga, un poco más de tiempo para arreglar nuestros asuntos y poder despedirnos de nuestros seres amados.
Pero salvo aquellos extremistas gritones, no paso absolutamente nada.
El teléfono no dejaba de sonar, amigos y familiares llamaban y preguntaban “¿Siguen vivos?” y al escuchar el “si”, nos limitábamos a decir “bueno, te llamo en una hora para ver si no has sido víctima de la combustión espontanea o la desintegración celular”, algunas risas, un te quiero y la llamada terminaba.
Nos fuimos a la cama, con un leve sentimiento de desilusión, esperamos el 21 de diciembre del 2012 por años, llenos de intriga, de duda, de miedo, de preguntas y algo de morbo, y pasó a la historia como uno de los días más aburrido del planeta.
No hubo ni una ventisca, ni un chaparrón, vaya ni siquiera pánico en la calle.
El plan del día era sencillo y a la vez complicado, saldríamos a hacer compras navideñas, claro que 3 días antes de Nochebuena, las tiendas vomitan gente. Los tumultos están donde sea y aun cuando un día antes todo era felicidad y paz, seguro no duraba para siempre.
Nos bañamos, nos vestimos, desayunamos algo y salimos de casa, felices por las vacaciones, resignados a encontrarnos a más de la mitad de la población en los centros comerciales.
Para sorpresa de ambos, había poca gente en la calle y la que podíamos ver estaba inmersa en sus pensamientos, caminaban sin mirar a otro lado que no fuera el piso.
A comparación del ambiente de alegría que había habido ayer, hoy parecía sombrío, como si la gente estuviera triste o preocupada.
Llegamos al centro comercial que está cerca de la casa y no encontramos grandes conflictos, las tiendas tenían clientes pero ninguna rebozaba de consumidores. Tal vez en alguna si hubo que pedir permiso para poder pasar de un lado a otro, pero sin empujones, ni malos modos de nadie.
Compramos lo que nos hacía falta y antes de irnos fuimos al supermercado, compramos algo de comida fresca y algunos enlatados, las pilas estaban de oferta así que compramos 2 paquetes y casi llegando a las cajas encontramos otra oferta que me pareció muy curiosa, un radio casi desechable, de pilas, negro con una antena plateada plegable, como eran cuando yo era niña, ese modelo que seguramente las nuevas generaciones no conocen ya que no pueden imaginar la vida sin el reproductor de MP3 o MP4, sea la marca que sea.
¿Me lo compras? Pregunte a mi marido con cara de niña consentida. Me miro, volteo los ojos hacia arriba, me interrogo para que quería yo el radio y le dije muy seria “Pues para cuando se acabe el mundo y no haya energía eléctrica, si no me compras el radio no voy a poder hacer el que hacer de la casa porque o voy a tener música”.
Mi marido se rio, vio el radio y lo metió en el carrito pronunciando un “Ay mujer” que lo caracteriza cada vez que me cumple algún capricho inútil.
Regresamos a casa a envolver los regalos. Prendimos la televisión y nada interesante.
En el noticiero de la tarde se comento que la ola de violencia seguía a la baja, al igual que el día anterior no se habían registrado movimientos importantes.
El clima propio de diciembre se tornaba frio, se recomendó extremar precauciones, no salir sin suéter, tomar vitamina C, evitar los cambios de temperatura y no exponerse ante personas enfermas para evitar contagios.
Aun cuando la invasión de la influenza había quedado atrás, los medios de vez en cuando lo recordaban como el tema que no queremos que vuelva a ocurrir.
Comimos sin prisa, salí a la farmacia a comprar la vitamina C que tanto recomendaban Carlos, Adela, Paola y Joaquin.
Cuando llegue empecé a ver los anaqueles y parecía que no habían surtido los medicamentos hacia meses, le pregunte a la empleada el motivo de la falta de producto y me dijo muy seria que eran compras de pánico.
La gente había ido a la farmacia a comprar todo lo que había podido, dejando cosas ya muy escogidas, tome las vitaminas, algunos analgésicos, un caja de antivirales, un jarabe para la tos, unas curitas, algunas vendas y unos antigripales, antes que de se acabaran por completo.
Regrese a casa y fui cuestionada por mis compras, explique que la gente esta comprando mucho y que no quería que fuéramos a necesitar algo y no encontráramos.
Así que más vale prevenir que lamentar.
Después del tema de las medicinas, hicimos memoria y efectivamente en el supermercado había demasiada gente, no parecía víspera de navidad, la gente no estaba comprando regalos, estaba comprando despensa.
Las cajas estaban atiborradas de gente con 2 o 3 carritos por persona, pero la verdad como nosotros íbamos en nuestro mundo, nunca caímos en cuenta sino hasta que la niña de la farmacia dijo compras de pánico.
Volvimos a prender la televisión, recorrimos todos los canales, confirmamos la fecha, 21 de diciembre del 2012, la fecha en la que se acababa el mundo.
Se reporto en un noticiero local, la desesperación de la gente por obtener comida enlatada, agua embotellada y medicamentos.
Las ventas de los supermercados y las farmacias se había cuadriplicado en las últimas horas, desde el día anterior se había presentado un aumento en las ventas pero no cosas alarmantes, sin embargo conforme el día transcurría la gente literalmente vaciaba los establecimientos y resguardaba todo en sus casas.
Lo más fuerte que se escucho en las noticias era que vientos provenientes del norte bajarían las temperaturas en unos 3 o 4 grados, pero en general había sido un diciembre caluroso a comparación de años anteriores, así que la baja de temperatura no sonaba como algo alarmante.
Noticias internacionales, nada. Locales, tampoco. No había movimientos en ningún lado. Mamá naturaleza estaba tranquila.
Ni siquiera la luz titileo por un segundo, seguía habiendo energía eléctrica, agua, gas, teléfono, redes de celular, internet, gasolina y comida por todos lados.
Mi correo recibió un sinfín de mensajes advirtiendo el fin del mundo, grandes catástrofes nos harían victimas de la venganza de la madre naturaleza, pero conforme transcurría el día, los mensajes que llegaban era explicaciones del porque el día terminaba y nada pasaba.
Errores en la medición del tiempo, traducciones inexactas, interpretaciones encontradas, todo indicaba que el día real en que la vida como la conocemos acabaría aun no llegaba y no se tenía idea de cuándo seria.
Se comenzó a hablar sobre los expertos que volvían a estudiar los símbolos egipcios, mayas, astrológicos y las leyendas de la Atlántida. Se recalculaban los números y los datos para poder dar una nueva fecha para la llegada del apocalipsis.
El vaticano organizo una misa dando gracias porque el día terminaba y seguíamos en pie.
Los musulmanes rezaban en las mezquitas y los cristianos cantaban alabanzas porque Dios nos había regalado la oportunidad de vivir más tiempo.
En las noticias se veían reportajes de los diferentes “profetas”, desde los grandes eruditos hasta los vagabundos que gritaban y suplicaban que no nos confiáramos, que siguiéramos rezando y agradeciendo por cada minuto que la vida nos brindaba.
Según ellos estábamos viviendo tiempo prestado, había llegado el momento pero se nos había entregado una prorroga, un poco más de tiempo para arreglar nuestros asuntos y poder despedirnos de nuestros seres amados.
Pero salvo aquellos extremistas gritones, no paso absolutamente nada.
El teléfono no dejaba de sonar, amigos y familiares llamaban y preguntaban “¿Siguen vivos?” y al escuchar el “si”, nos limitábamos a decir “bueno, te llamo en una hora para ver si no has sido víctima de la combustión espontanea o la desintegración celular”, algunas risas, un te quiero y la llamada terminaba.
Nos fuimos a la cama, con un leve sentimiento de desilusión, esperamos el 21 de diciembre del 2012 por años, llenos de intriga, de duda, de miedo, de preguntas y algo de morbo, y pasó a la historia como uno de los días más aburrido del planeta.
No hubo ni una ventisca, ni un chaparrón, vaya ni siquiera pánico en la calle.
La calma que antecede al huracán
El mundo completo vive en un caos, levantamientos, guerras civiles, narco guerras, asesinos en serie, psicópatas, matanzas, secuestros, extorsiones y toda clase de atrocidades se ven en los noticieros de todas partes del mundo.
Países y regiones que habían vivido dormidos por siglos enteros de pronto despertaban del ensueño y se enfrentaban en armas a sus gobernantes, muchos consiguiendo únicamente la muerte.
De un momento a otro el narcotráfico se apodero de grandes ciudades, se infiltraron entre los gobernantes y el personal de seguridad pública, no solo de México, sino de muchos otros países.
No recuerdo un solo día en que en las primeras planas de los periódicos que vendían en las esquinas, no hubiera al menos la fotografía de un muerto.
Poco a poco nos fuimos haciendo insensibles, lo que en tiempos de antaño hubiera sido escandaloso, morboso y moralmente imperdonable, hoy es el pan nuestro de cada día.
Muertas en Juarez, ¿Mas de 1000? Y siguen si saber quien, como, cuando o donde.
Colgados en Cuernavaca, mantas en Monterrey indicando la hora a la que los narcos planean enfrentamientos y “tratan de cuidar a los civiles”, carreteras que nadie se atreve a transitar, ni siquiera los federales.
Secuestros en Acapulco, balaceras afuera de estadios de futbol, bombas en universidades privadas, cuerpos destazados por todo el país, narco tumbas por todos lados, madres que planean el secuestro de sus propios hijos, convirtiéndolo en un circo, provocando la muerte de la criatura y saliendo impune.
Lo que antes era la cuidad más peligrosa de toda la republica es hoy día un jardín de niños, el único lugar donde la gente se siente medianamente segura de salir a las calles.
Y aun así, secuestros express, llamadas de extorción hechas desde las cárceles, robos a mano armada, violaciones a adultos, jovencitas y niños. Sacerdotes pederastas. Tráfico de personas.
Y podría seguir durante horas y eso que aun no termino con México.
Grandes tragedias han ocurrido en los últimos años, en todo el globo terráqueo. Puedo ver al pueblo humilde que se enfrenta con piedras y palos a su gobernante. Al pueblo rico que festeja la muerte de un solo hombre como si mereciera convertirse en fiesta nacional.
Países que se caracterizaban por tener una vida tranquila hoy tienen levantamientos por doquier, la gente sale a lucha o simplemente a matar, por un ideal, por una realidad o por un futuro que no sabemos si llegara.
Las economías se desploman, los grandes titanes tiemblas ante la inestabilidad de los mercados, el papel moneda pierde valor y como si regresáramos cientos de años atrás, el oro se convierte nuevamente en el metal mas valioso y el soporte de la economía de todo aquel que lo posea.
Pero no solo nosotros tratamos desesperadamente de terminar con la raza humana, la naturaleza, el mismo plante coopera con la causa.
Aparecen animales muertos sin explicación, primero aves después peces, les siguen las vacas, y a ellas las ballenas.
Grandes lluvias amenazan ciudades y casi países enteros. Comienzan los terremotos en lugares que hacía más de 100 años que no temblaba.
El agua del océano parece tener vida propia y provoca grandes tsunamis, los volcanes dormidos o muertos resurgen primero con fumarolas y después con grande y escandalosas erupciones.
Nevadas, ciclones, tronados, sismos, alertas que nos manda la tierra y que pasamos por alto.
Y un día milagroso, la calma y la paz reino en el planeta.
Por un solo día no hubo disturbios en las calles, no aparecieron restos humanos en los periódicos. Los noticieros daban noticas como “ayer en la noche se detuvo el levantamiento de Londres”, “Se logro la captura de varios narcotraficantes sin que se reportaran bajas de ninguno de los dos bandos”, “Egipto ha proclamado su independencia y su nueva libertad bajo un festejo que no reporta heridos ni muertos”
Todo en calma, todo tranquilo, el sol ilumina el cielo, las nueves solo lo acompañan escoltándolo pero sin reclamar su territorio. El viento sopla amablemente, se siente la briza invernal pero nada grave.
La gente en la calle parece estar de buen humor, solo uno que otro despistado rompe la armonía de la mañana tocando su claxon, pero es tan identificable que de inmediato se siente apenados, dejan de tocar y miran hacia otro lado sonrojados.
Hasta parece escena de película gringa, justo antes del final cuando todo se ha arreglado, todos son felices y deciden vivir así el resto de sus vidas.
El día transcurre sin novedades, sin pleitos en el trabajo, sin regaños innecesarios de los jefes, sin comentarios mal intencionados de los compañeros.
El regreso a casa es casi el mismo que el de ida, la gente camina y maneja de manera tranquila, aun cuando el tráfico es muy pesado ya que la mayoría salimos a la misma hora, no hay gente desesperada pegada al claxon.
Los automovilistas ceden el paso a los transeúntes quienes atraviesan de manera ágil agradeciendo el gesto de las personas que van en sus autos.
En el radio se comenta la falta de notas rojas en el mundo de las noticias y a manera de broma alguien comenta que ahora si se acerca el fin del mundo.
Llegando a casa, los vecinos amables saludan, desean buenas noches y entran sus casas, el día perfecto termina cenando con mi marido viendo una película romántica dentro de las sabanas calientes de la cama.
Incluso los vecinos que gozan con sus pleitos nocturnos y que tienen un hijo que llora y grita en la madrugada están tranquilos.
Por primera vez desde que vivo aquí, no escucho las sirenas de las patrullas que circulan a grandes velocidades por las calles de la colonia.
Fue un día maravilloso que merece ser contado con orgullo y satisfacción.
Países y regiones que habían vivido dormidos por siglos enteros de pronto despertaban del ensueño y se enfrentaban en armas a sus gobernantes, muchos consiguiendo únicamente la muerte.
De un momento a otro el narcotráfico se apodero de grandes ciudades, se infiltraron entre los gobernantes y el personal de seguridad pública, no solo de México, sino de muchos otros países.
No recuerdo un solo día en que en las primeras planas de los periódicos que vendían en las esquinas, no hubiera al menos la fotografía de un muerto.
Poco a poco nos fuimos haciendo insensibles, lo que en tiempos de antaño hubiera sido escandaloso, morboso y moralmente imperdonable, hoy es el pan nuestro de cada día.
Muertas en Juarez, ¿Mas de 1000? Y siguen si saber quien, como, cuando o donde.
Colgados en Cuernavaca, mantas en Monterrey indicando la hora a la que los narcos planean enfrentamientos y “tratan de cuidar a los civiles”, carreteras que nadie se atreve a transitar, ni siquiera los federales.
Secuestros en Acapulco, balaceras afuera de estadios de futbol, bombas en universidades privadas, cuerpos destazados por todo el país, narco tumbas por todos lados, madres que planean el secuestro de sus propios hijos, convirtiéndolo en un circo, provocando la muerte de la criatura y saliendo impune.
Lo que antes era la cuidad más peligrosa de toda la republica es hoy día un jardín de niños, el único lugar donde la gente se siente medianamente segura de salir a las calles.
Y aun así, secuestros express, llamadas de extorción hechas desde las cárceles, robos a mano armada, violaciones a adultos, jovencitas y niños. Sacerdotes pederastas. Tráfico de personas.
Y podría seguir durante horas y eso que aun no termino con México.
Grandes tragedias han ocurrido en los últimos años, en todo el globo terráqueo. Puedo ver al pueblo humilde que se enfrenta con piedras y palos a su gobernante. Al pueblo rico que festeja la muerte de un solo hombre como si mereciera convertirse en fiesta nacional.
Países que se caracterizaban por tener una vida tranquila hoy tienen levantamientos por doquier, la gente sale a lucha o simplemente a matar, por un ideal, por una realidad o por un futuro que no sabemos si llegara.
Las economías se desploman, los grandes titanes tiemblas ante la inestabilidad de los mercados, el papel moneda pierde valor y como si regresáramos cientos de años atrás, el oro se convierte nuevamente en el metal mas valioso y el soporte de la economía de todo aquel que lo posea.
Pero no solo nosotros tratamos desesperadamente de terminar con la raza humana, la naturaleza, el mismo plante coopera con la causa.
Aparecen animales muertos sin explicación, primero aves después peces, les siguen las vacas, y a ellas las ballenas.
Grandes lluvias amenazan ciudades y casi países enteros. Comienzan los terremotos en lugares que hacía más de 100 años que no temblaba.
El agua del océano parece tener vida propia y provoca grandes tsunamis, los volcanes dormidos o muertos resurgen primero con fumarolas y después con grande y escandalosas erupciones.
Nevadas, ciclones, tronados, sismos, alertas que nos manda la tierra y que pasamos por alto.
Y un día milagroso, la calma y la paz reino en el planeta.
Por un solo día no hubo disturbios en las calles, no aparecieron restos humanos en los periódicos. Los noticieros daban noticas como “ayer en la noche se detuvo el levantamiento de Londres”, “Se logro la captura de varios narcotraficantes sin que se reportaran bajas de ninguno de los dos bandos”, “Egipto ha proclamado su independencia y su nueva libertad bajo un festejo que no reporta heridos ni muertos”
Todo en calma, todo tranquilo, el sol ilumina el cielo, las nueves solo lo acompañan escoltándolo pero sin reclamar su territorio. El viento sopla amablemente, se siente la briza invernal pero nada grave.
La gente en la calle parece estar de buen humor, solo uno que otro despistado rompe la armonía de la mañana tocando su claxon, pero es tan identificable que de inmediato se siente apenados, dejan de tocar y miran hacia otro lado sonrojados.
Hasta parece escena de película gringa, justo antes del final cuando todo se ha arreglado, todos son felices y deciden vivir así el resto de sus vidas.
El día transcurre sin novedades, sin pleitos en el trabajo, sin regaños innecesarios de los jefes, sin comentarios mal intencionados de los compañeros.
El regreso a casa es casi el mismo que el de ida, la gente camina y maneja de manera tranquila, aun cuando el tráfico es muy pesado ya que la mayoría salimos a la misma hora, no hay gente desesperada pegada al claxon.
Los automovilistas ceden el paso a los transeúntes quienes atraviesan de manera ágil agradeciendo el gesto de las personas que van en sus autos.
En el radio se comenta la falta de notas rojas en el mundo de las noticias y a manera de broma alguien comenta que ahora si se acerca el fin del mundo.
Llegando a casa, los vecinos amables saludan, desean buenas noches y entran sus casas, el día perfecto termina cenando con mi marido viendo una película romántica dentro de las sabanas calientes de la cama.
Incluso los vecinos que gozan con sus pleitos nocturnos y que tienen un hijo que llora y grita en la madrugada están tranquilos.
Por primera vez desde que vivo aquí, no escucho las sirenas de las patrullas que circulan a grandes velocidades por las calles de la colonia.
Fue un día maravilloso que merece ser contado con orgullo y satisfacción.
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