Toda la noche la pasamos moviendo escombros y buscando sobrevivientes entre los edificios destrozados, pero solo pudimos rescatara a algunos, la mayoría habían muerto cuando los inmuebles se vinieron abajo.
Decidimos descansar un poco e ir a casa para evaluar los daños a nuestro hogar. El edifico estaba un poco chueco pero nada de alarmante, gracias a dios los edificios viejos como en el que yo vivo parece que fueron hechos a prueba de terremotos.
Había muchos vidrios en el piso, las ventanas no habían sobrevivido. Los cuadros estaban en el suelo, cajones abiertos pero ningún desperfecto grave.
Limpiamos los vidrios, cubrimos las ventanas con lo que teníamos en casa para evitar que el frio, el viento y el agua de la lluvia se metieran. Hablamos con nuestros parientes, al parecer todo estaba bien, al menos nuestros parientes cercanos todos estaban vivos, y nadie había perdido su casa.
Dormimos un poco.
Los gritos nos levantaron, el viento soplaba con tal fuerza que casi arranco todas las protecciones que pusimos en las ventanas, la corriente eléctrica que funcionaba solo por lapsos nos dejo ver que pasaban de las 10 de la mañana.
La gente en la calle gritaba y corría de un lado a otro, los cortos circuitos que había dejo el terremoto había provocado algunos incendios y el viento que soplaba enfurecido los hacía más grandes.
La gente pedía ayuda, agua, arena, algo con que ayudar a apagar el fuego. Comenzamos a bajar cubetas con agua.
Como los balcones del edificio habían desaparecido y los vidrios se habían roto, la puerta de cristal que daba al balcón era ahora solo un hueco enrome por el cual podíamos subir y bajar cubetas amarradas de mecates para acarrear agua.
Abajo a nivel del suelo había un grupo de gente que recibía mis cubetas llenas y las vaciaba, dejándolas libres para subirlas y volverlas a llenar.
Necesitábamos ir a ver a la familia, a los amigos, ver que estuvieran bien, pero no podíamos dejar la casa sola, nos preocupaban los carroñeros, los asaltantes pero sobre todo no podíamos dar más de 5 pasos sin encontrar a alguien que necesitara ayuda de manera urgente.
Yo me quede en casa mientras mi marido iba a ver a su mamá y toda la familia que le diera tiempo de ver en un día.
Al menos los celulares funcionaban así que nos podíamos comunicar por ahí con mucho trabajo ya que con el caos en todos lados la red fallaba a menudo.
Comencé a cocinar, litros y litros de consomé de pollo con algo de verdura. Llene un garrafón de 3 litros con la sopa caliente y baje con vasos desechables.
La gente que estaba en la calle eran o fueron vecinos, cuando todo estaba bien, fui repartiendo vasos con sopa caliente a todos los que tenían hambre, por supuesto 3 litros no fueron suficiente, tuve que subir al menos 5 veces más y hacer mas sopa.
Una señora con la cara llena de sangre seca me pregunto si no tenía un trapo que le prestara para que pudiera limpiarse un poco.
Casi todos estábamos sucios, muchos llenos de sangre que ya se había secado y las costras se mezclaban con la sangre.
Le dije que si a la señora, que me esperara y volví a subir a mi departamento. Tome una cubeta y la llene de agua, tome todos los trapos que tenía en casa y tome una de mis toallas grandes y la corte en pequeños trozos haciendo muchas toallitas. Tome también el botiquín y baje todas las cosas.
La gente se empezó a acercar, tomaban los trapos, los humedecían y se limpiaban la cara y los brazos. Trataban de enjuagar el trapo y me lo regresaban agradecidos por darles la oportunidad de refrescarse un poco.
Cuando veía que alguien además de la suciedad tenía alguna herida, le pedía permiso de ayudarlo y junto con una vecina, limpiábamos las heridas y tratábamos de curar a los que podíamos.
Al poco tiempo la fila para atender a los heridos era inmensa, se había corrido la voz y teníamos a mas de 150 personas esperando pacientemente su turno.
Al mirar la cantidad de medicinas que tenia me di cuenta que no era suficiente pero un grupo de niños como de 10 o 12 años se acercaron a mí y me preguntaron qué en que podían ayudar.
Les pedí que buscar por todos lados y que preguntaran en todas las casas y departamentos cercanos si alguien tenía un poco de medicinas que nos pudieran donar para curar a la gente.
Una hora después, los niños regresaron arrastrando 2 costales llenos de cosas. vendas, botellas de agua oxigenada, alcohol, antisépticos, gasas, curitas, analgésicos, antistaminicos y hasta un poco de antibióticos.
En poco tiempo después otro grupo de niños llego con cajas y cajas llenas de medicinas, la farmacia donde había comprado mis vitaminas, que está casi enfrente de la casa había donado todo lo que le quedaba.
Cuando vi todo lo que habían traído me sorprendí, 3 o 4 señoras me buscaron preguntando como ayudar.
Les pregunte si alguna se asustaba con la sangre, solo una levanto la mano. Nos dividimos en grupos y les pedí a los que estaban formados que se separaran formando 4 filas en la primera las personas que solo querían limpiarse pero que no estaban heridas.
En la segunda las personas que tenían heridas leves, pequeñas cortadas, raspones, golpes, etc. En la tercera los que tenían heridas más graves o profundas.
En la cuarta los que necesitaran ayuda especializada. Lo que realmente estuvieran graves y les pedí a los que estaban bien que organizaran rondas para llevar a los hospitales y clínicas más cernas a aquellos que por la gravedad de sus heridas no podían ser atendidos por nosotros.
La gente se organizo sin chistar y de manera rápida. Entre los heridos valoraban la situación de cada uno dando prioridad a los que más se quejaban.
En poco tiempo habíamos atendido a todos los heridos y los de gravedad ya habían sido llevados al hospital.
Poco a poco la gente se fue disipando, algunos fueron a buscar a sus seres queridos, otros a buscar un lugar donde dormir, yo subí todas las cosas que había bajado, saque algo de ropa y se las di a la gente que aun quedaba vagando en la calle.
Cuando mi marido regreso me dio el informe del resto de la ciudad y lo que me conto me impacto tanto que no pude dormir en toda la noche.
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