jueves, 25 de agosto de 2011

La calma que antecede al huracán

El mundo completo vive en un caos, levantamientos, guerras civiles, narco guerras, asesinos en serie, psicópatas, matanzas, secuestros, extorsiones y toda clase de atrocidades se ven en los noticieros de todas partes del mundo.

Países y regiones que habían vivido dormidos por siglos enteros de pronto despertaban del ensueño y se enfrentaban en armas a sus gobernantes, muchos consiguiendo únicamente la muerte.

De un momento a otro el narcotráfico se apodero de grandes ciudades, se infiltraron entre los gobernantes y el personal de seguridad pública, no solo de México, sino de muchos otros países.

No recuerdo un solo día en que en las primeras planas de los periódicos que vendían en las esquinas, no hubiera al menos la fotografía de un muerto.

Poco a poco nos fuimos haciendo insensibles, lo que en tiempos de antaño hubiera sido escandaloso, morboso y moralmente imperdonable, hoy es el pan nuestro de cada día.

Muertas en Juarez, ¿Mas de 1000? Y siguen si saber quien, como, cuando o donde.

Colgados en Cuernavaca, mantas en Monterrey indicando la hora a la que los narcos planean enfrentamientos y “tratan de cuidar a los civiles”, carreteras que nadie se atreve a transitar, ni siquiera los federales.

Secuestros en Acapulco, balaceras afuera de estadios de futbol, bombas en universidades privadas, cuerpos destazados por todo el país, narco tumbas por todos lados, madres que planean el secuestro de sus propios hijos, convirtiéndolo en un circo, provocando la muerte de la criatura y saliendo impune.

Lo que antes era la cuidad más peligrosa de toda la republica es hoy día un jardín de niños, el único lugar donde la gente se siente medianamente segura de salir a las calles.

Y aun así, secuestros express, llamadas de extorción hechas desde las cárceles, robos a mano armada, violaciones a adultos, jovencitas y niños. Sacerdotes pederastas. Tráfico de personas.

Y podría seguir durante horas y eso que aun no termino con México.

Grandes tragedias han ocurrido en los últimos años, en todo el globo terráqueo. Puedo ver al pueblo humilde que se enfrenta con piedras y palos a su gobernante. Al pueblo rico que festeja la muerte de un solo hombre como si mereciera convertirse en fiesta nacional.

Países que se caracterizaban por tener una vida tranquila hoy tienen levantamientos por doquier, la gente sale a lucha o simplemente a matar, por un ideal, por una realidad o por un futuro que no sabemos si llegara.

Las economías se desploman, los grandes titanes tiemblas ante la inestabilidad de los mercados, el papel moneda pierde valor y como si regresáramos cientos de años atrás, el oro se convierte nuevamente en el metal mas valioso y el soporte de la economía de todo aquel que lo posea.

Pero no solo nosotros tratamos desesperadamente de terminar con la raza humana, la naturaleza, el mismo plante coopera con la causa.

Aparecen animales muertos sin explicación, primero aves después peces, les siguen las vacas, y a ellas las ballenas.

Grandes lluvias amenazan ciudades y casi países enteros. Comienzan los terremotos en lugares que hacía más de 100 años que no temblaba.

El agua del océano parece tener vida propia y provoca grandes tsunamis, los volcanes dormidos o muertos resurgen primero con fumarolas y después con grande y escandalosas erupciones.

Nevadas, ciclones, tronados, sismos, alertas que nos manda la tierra y que pasamos por alto.

Y un día milagroso, la calma y la paz reino en el planeta.

Por un solo día no hubo disturbios en las calles, no aparecieron restos humanos en los periódicos. Los noticieros daban noticas como “ayer en la noche se detuvo el levantamiento de Londres”, “Se logro la captura de varios narcotraficantes sin que se reportaran bajas de ninguno de los dos bandos”, “Egipto ha proclamado su independencia y su nueva libertad bajo un festejo que no reporta heridos ni muertos”

Todo en calma, todo tranquilo, el sol ilumina el cielo, las nueves solo lo acompañan escoltándolo pero sin reclamar su territorio. El viento sopla amablemente, se siente la briza invernal pero nada grave.

La gente en la calle parece estar de buen humor, solo uno que otro despistado rompe la armonía de la mañana tocando su claxon, pero es tan identificable que de inmediato se siente apenados, dejan de tocar y miran hacia otro lado sonrojados.

Hasta parece escena de película gringa, justo antes del final cuando todo se ha arreglado, todos son felices y deciden vivir así el resto de sus vidas.

El día transcurre sin novedades, sin pleitos en el trabajo, sin regaños innecesarios de los jefes, sin comentarios mal intencionados de los compañeros.

El regreso a casa es casi el mismo que el de ida, la gente camina y maneja de manera tranquila, aun cuando el tráfico es muy pesado ya que la mayoría salimos a la misma hora, no hay gente desesperada pegada al claxon.

Los automovilistas ceden el paso a los transeúntes quienes atraviesan de manera ágil agradeciendo el gesto de las personas que van en sus autos.

En el radio se comenta la falta de notas rojas en el mundo de las noticias y a manera de broma alguien comenta que ahora si se acerca el fin del mundo.

Llegando a casa, los vecinos amables saludan, desean buenas noches y entran sus casas, el día perfecto termina cenando con mi marido viendo una película romántica dentro de las sabanas calientes de la cama.

Incluso los vecinos que gozan con sus pleitos nocturnos y que tienen un hijo que llora y grita en la madrugada están tranquilos.

Por primera vez desde que vivo aquí, no escucho las sirenas de las patrullas que circulan a grandes velocidades por las calles de la colonia.

Fue un día maravilloso que merece ser contado con orgullo y satisfacción.

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